
Y no es que usted sea el bicho raro en esta
pequeña escena cotidiana, sino que agradecer los pequeños gestos cada vez es
menos frecuente, a pesar de la alegría que reporta. ¿Por qué? Por "la
exaltación de la individualidad y la competitividad propia de estos tiempos, y
mientras se asuma 'la ley del más fuerte' bajo las metas del éxito personal,
con frecuencia asociado a la acumulación, las personas se centrarán en sí
mismas", dice la psicóloga Diana Rodríguez, directora del programa de
Psicología de la facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad
Externado de Colombia.
Pero estimular la gratitud es vital
"porque una de las necesidades humanas es el reconocimiento social,
familiar, laboral", apunta Rodríguez. Recibir un "gracias" es
una manera de ser aprobado, de pertenecer y de estar vinculado con otros de
forma positiva.
Sin embargo, no debe ser ejercitada por pura
etiqueta social o como alimento para el ego, ya que "es una forma de
generar lazos afectivos y estos se cultivan con una sonrisa, al recibir la mano
como apoyo para bajarse del Transmilenio o cuando miras y agradeces a las
personas del ascensor que se organizaron mejor para que pudieras entrar",
dice la psicóloga comunitaria Lorena Suárez.
Esos lazos, que se crean y fortalecen a
través del reconocimiento que se hace del otro por lo que nos brinda, facilitan
también el desarrollo social. Y la gratitud gana valor cuando se estimula sin
grandes marcos de celebración como el nacimiento de un niño o el cumpleaños de
un amigo. Si ocurre de manera inesperada, deja una huella de agrado y gusto en
la memoria de las personas y las relaciones.
Precisamente al cultivarla a lo largo de la
vida promueve la cordialidad, el bienestar y revierte en buena salud. De eso se
tratan en general los festejos, las celebraciones y conmemoraciones sociales,
pero no tiene sentido hablar de gratitud solo en estos eventos que unen,
alegran, invitan a recordar y reconocer, pues no son los únicos espacios para
hacerlo. Ni "debe asociarse (como de hecho se hace) al intercambio de
regalos, porque termina por vincularse un valor humano a un sistema de pagar
deudas con objetos, y ahí pierde toda gracia", explica Suárez.
Buena para la salud
Las expresiones de agradecimiento son un
hábito saludable que alimenta la felicidad. Incluso hay quienes se arriesgan a
decir que estimulan el optimismo y los niveles de energía. Pero así como no se
baja de peso si se va solo una vez a la semana al gimnasio, lo mismo sucede con
los modales. No es suficiente decir gracias de vez en cuando.
Los psicólogos Robert Emmons, de la
Universidad de California, y Michael McCullogough, de la Universidad de Miami,
adelantaron un estudio con tres grupos de personas. Al primero le indicaron que
escribiera sobre momentos o experiencias por los cuales estaban agradecidos, al
siguiente sobre qué les habían molestado a diario y, al último, sobre eventos
que los hubieran afectado. Tras 10 semanas, advirtieron que el primer grupo fue
el más optimista, el que sentimientos más gratos demostró por la vida, el que más
se ejercitó físicamente y menos consultó al médico.
Ese comportamiento no es gratuito. "Las
personas resonamos con la vida que llevamos", afirma Rodríguez. Se generan
sentimientos y estos se viven en el cuerpo. Por eso sentir alegría y felicidad
es posible gracias a una bioquímica en la que se activa un modo de
funcionamiento, por ejemplo, la secreción de ciertas hormonas y la activación
de ciertas zonas cerebrales que permiten vivir el sentimiento. De hecho, Robert
Emmons, profesor de sicología de la Universidad de California y autor del libro Thanks! How Practicing Gratitude Can Make You Happier (¡Gracias! Cómo el practicar la
gratitud puede hacerlo más feliz), sostiene que quienes son más agradecidos son
menos envidiosos y rencorosos, duermen más y tienen la presión arterial a raya.
Cuando los miembros de una comunidad son más
'agradecidos', se crea entre ellos una relación de mosqueteros, porque se
configura el 'uno para todos y todos para uno' y se mantienen otros valores
como la solidaridad. "Se podría decir que el agradecimiento es el lazo que
vincula los diferentes valores necesarios para forjar sociedades más
empáticas", explica Suárez.
Cultivarla desde la infancia es vital.
"La aprobación, apoyo y cariño procurados desde la crianza generan
sensaciones de confianza y seguridad que les permiten a los niños crecer con
agrado, explorar el mundo, crear relaciones", sostiene Rodríguez. De
hecho, se sabe que en estas relaciones significativas el reconocimiento es el
motor del aprendizaje.
Por lo tanto, "si en el cuidado mutuo
entre los miembros de una familia y de una organización se expresa la gratitud,
se generan sentimientos positivos que facilitan procesos mentales (cognitivos,
emocionales y afectivos) más fluidos, al tiempo que mejores disposiciones físicas",
indica la experta.
Dar gracias, ¿en vías de
extinción?
De hecho, las expresiones de gratitud son
moldeadas en las relaciones sociales en las que el niño vive, se posibilitan y
toman sentido en su experiencia de haber sido cuidado y gratificado. Si se le
enseña a ser agradecido crecerá siendo menos materialista. A esta conclusión
llegó el investigador británico Jonathan Tudge, doctor en Desarrollo Humano y
Estudios Familiares, de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos.
Él insiste en que la gratitud se desarrolla
en la medida en que se les enseñe a ser más felices con lo que tienen y en que
no se empecinen en buscar cosas materiales que los satisfagan. ¿No se corre el
riesgo de formar seres conformistas? Tudge sostiene que no. "Con los años
se notará cómo se forman adultos que valoran lo que tienen -dice-, que aprecian
más a las personas y aprenden a vivir en comunidad".
De hecho, Tudge es enfático al afirmar que
ser agradecido podría tener un impacto económico. "Habría menos necesidad
de consumo de cosas materiales y podría haber más sostenibilidad de la
economía, se alcanzaría el punto de equilibrio", dice. Según él, uno de
los problemas del materialismo exagerado es que "nunca se sentirá
felicidad con lo que se tiene, siempre se querrá más, pero no se llenará ese
vacío interior", repara.
El experto, que fue invitado al I Congreso
Latinoamericano Sostenibilidad, Cuidado y Vida Cotidiana, organizado por Inalde
Business School y la Universidad de La Sabana, se ha dedicado a examinar los
aspectos culturales-ecológicos del desarrollo de los niños en diferentes
comunidades y a observar su comportamiento en familias latinas, europeas y
americanas. Tudge advierte una tendencia "a preocuparse solo por sí
mismos" en Estados Unidos y Europa del Oeste, por eso sugiere crear textos
que enseñen desde la primera infancia (0 a 5 años) a estimular la gratitud y,
por ende, a generar comunidad.
Sí, porque este valor también es una
herramienta que facilita el desarrollo y promueve la solidaridad, "eso
genera posibilidades para una sociedad más grata que estimula la cohesión,
cuida de las personas y atiende sus necesidades", explica Rodríguez. Punto
en el que coincide el investigador británico: "Los niños que crecen en
familias con prácticas de agradecimiento serán adultos más empáticos, capaces
de pensar en los demás y de ponerse en sus zapatos con más facilidad",
dice Tudge.
Ahora bien, no es imprescindible regalar
cosas para demostrar su nivel de gratitud. Tudge recuerda el ejemplo de quien
ayudó a otra persona a acceder a la escuela. Ella, ¿cómo podría agradecerle tal
gesto si no tiene dinero? "Sencillo, aprovechando esa oportunidad y siendo
una buena alumna. Es algo así como decirle: 'Estoy haciendo algo bueno por mí
para agradecerte'". La ganancia es doble: de quien da y de quien recibe.
Esos regalos desde el corazón cuentan y
mucho, dice la psicóloga Íngrid Gómez. "Son gestos sencillos que afianzan
relaciones a partir no solo del dar, sino de no controlar, de aceptar, de
ceder, de soltar, de perdonar...", porque como decía Jean Baptiste
Massieu, "la gratitud es la memoria del corazón".
Fortalezaca su gratitud
1. Al reconocer que necesitamos de los otros para ser
quienes queremos ser. No es posible aprender, crecer, enseñar, querer y ser
querido si no es con y para los demás.
2. La
gratitud acontece en la reciprocidad: si se espera obtener reconocimiento, se
facilita al darlo a otros. Cultive, primero, una actitud de gratitud con la
vida y sea agradecido con los regalos que le brinda su familia.
3. Identifique
pequeños actos cotidianos y dé las gracias por ellos.
4. Reconozca
aquellas actividades que no podrían tener precio, pero que lo hacen feliz a lo
largo del día. Dé las gracias por ello.
5. Alimente
su corazón. Observe y valore a las personas, las escenas diarias de encuentros,
conversaciones, las pequeñas y grandes colaboraciones en la casa, el trabajo y
la calle.
6. Si no
le es fácil expresarse oralmente, haga una nota y envíesela a quien quiera
agradecerle por algo. Puede hacerlo también mentalmente.
7. Cada
noche agradezca las alegrías, rabias, tristezas y sueños del día. Hágalo en un
diario o en diálogo con la energía superior en la que crea.
8. ¿Cuántas veces ha recibido algo que creía que no
merecía? Agradezca también esos favores inmerecidos.
9. Los consejos pueden ser útiles, sin embargo la
mejor manera de decir algo es hacerlo. Por eso, si los más adultos lo practican
es más probable que los más jóvenes lo hagan y se creen relaciones
gratas.
10. Revise su pasado, ¿hay alguna persona a la que
siempre quiso agradecer porque en algo contribuyó a lo que hoy es usted? Por
nuestra vida pasan personas que nos sirven de inspiración, nos ayudan a ser
fieles a nuestros ideales y a cristalizar sueños. Recuerde quiénes han
hecho eso por usted y agradézcaselo.
FLOR NADYNE MILLÁN
Psicologia Uniminuto Sede Buga
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